Las Envolturas del Yo
Ariel Viguera
Ariel Viguera
Texto de la presentación realizada en el IV Encuentro Jean Laplanche
Porto Alegre, Brasil, 1998
Porto Alegre, Brasil, 1998
" ... habría que volver a poner en trabajo, más allá de algunas indicaciones que hemos venido dando, la génesis y la función de las instancias psíquicas y, sin duda, situar los diferentes fracasos posibles de la simbolización ... "
Jean Laplanche
Nuevos Fundamentos para el psicoanálisis,
Amorrortu editores, 1987
Jean Laplanche
Nuevos Fundamentos para el psicoanálisis,
Amorrortu editores, 1987
Desde hace un tiempo vengo desarrollando una investigación en el marco de la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de La Plata, Buenos Aires, Argentina; institución en la cual realizo actividades de docencia y formación, en la cátedra Clínica de Niños y Adolescentes. La temática elegida tiene que ver con una "Metapsicología de lo Originario", más específicamente con los tiempos anteriores a la instalación de la Represión Originaria, en solidaridad con lo que podemos denominar los prerrequisitos de la constitución del Yo.
El pensamiento de Jean Laplanche así como las teorizaciones de Silvia Bleichmar, constituyen los referentes principales desde los cuales emprendo el trabajo del psicoanálisis, es decir el trabajo de la obra freudiana como paradigma vigente y fecundo sin eludir la confrontación con las aporías y contradicciones a las que nos lanza cotidianamente su lectura.
Desde el marco de la investigación mencionada, le formulé al Dr. Laplanche una pregunta en su visita a Buenos Aires en octubre de 1997. Las consideraciones que comunico y someto a discusión en esta exposición tienen que ver con el retrabajo realizado sobre las ideas que su respuesta me aportó en esa ocasión. El interrogante inicial se había centrado en el alcance conceptual de una expresión utilizada por Laplanche en sus Nuevos Fundamentos para el Psicoanálisis: "Envolturas del Yo", expresión que hoy se ha convertido en el título de esta ponencia. En aquel momento, las líneas rectoras de investigación apuntaban a dos aspectos: centralmente, a aquello que está en relación con una Teoría del Yo que considero urgente retrabajar como consecuencia precisamente de la formulación de los nuevos fundamentos de nuestra disciplina y que estamos discutiendo hoy en el marco de este coloquio; y por otra parte a la necesidad de establecer diferencias respecto de otras conceptualizaciones contemporáneas, en particular aquellas que hacen igualmente referencia a un sistema de envolturas partiendo de trabajar el modelo de la vesícula que nos legó Freud en Más Allá del Principio de Placer.
Actualmente, diré que la expresión "Envolturas del Yo" también está orientada a señalar dos cuestiones pero bajo otro modo que intentaré sintetizar a continuación.
En primer lugar, hablo de Envolturas del Yo a nivel de la teorización psicoanalítica contemporánea. Laplanche nos mostró que podían situarse en la obra freudiana los efectos de un período de represión en su pensamiento acerca de la teoría de la seducción restringida, que se manifestaba en sus continuadores bajo la forma de un silencio, olvido o censura. Quiero decir entonces que en lo referente a la teoría del Yo se ha producido un efecto semejante, de falsa vía en la lectura de Freud respecto de la génesis del Yo, precipitando en una suerte de "envoltura conceptual" que lejos de aportar al esclarecimiento de ciertos problemas actuales, oficia como una suerte de quiste al servicio de la preservación de un equilibrio teórico que no se sostiene en un rigor epistémico. Siguiendo a Laplanche, considero necesario llevar adelante un verdadero trabajo de detraducción y desenvoltura de estas nociones, que nos permita retomar lo que según otra de sus expresiones, ha quedado "en puntillado". Me refiero a una Metapsicología de la fundación del Yo, verdaderamente solidaria de la premisa de que éste se constituye como defensa contra la sexualidad, en el interior de una concepción exógena de la fundación del inconciente por efecto de la prioridad del otro humano.
En segundo lugar entonces, intentaré nombrar aquellas vías que leo fecundas para pensar los tiempos de la creación del Yo, sin pretender de ninguna manera agotar este trabajo sino más bien formular algunos interrogantes que nos reenvían a la senda del enigma, aquello que desde los primerísimos tiempos lanza al sujeto humano a la autoteorización. Propongo como interrogantes de partida los formulados por Laplanche en la Problemática sobre la Angustia: ¿En qué espacio está la envoltura del Yo?; ¿Cuál es la energía a disposición del Yo? Y agrego: ¿qué nombre lleva ese Yo "en puntillado" que ya no es un mero Yo-organismo en el sentido del Yo-cuerpo freudiano, pero que tampoco coincide con el Yo-representación propiamente dicho?
Puntuemos cómo se ha respondido a estas preguntas desde los desarrollos teóricos que denominé "Las Envolturas del Yo". Se ha trabajado la obra freudiana realizando traducciones de la misma en una orientación claramente endogenista. Si bien estos desarrollos aspiran a completar una perspectiva metapsicológica de los momentos de constitución de la tópica, (objetivo que compartimos y consideramos necesario), están cimentados sobre premisas freudianas que deben revisarse rigurosamente. Ellas son: 1) La idea de que lo sexual se desarrolla desde adentro, y apoyado sobre lo autoconservativo. 2) La vigencia del concepto de pulsiones de autoconservación y el postulado de una "pulsión de apego" entre ellas, igualmente desexualizada a nuestro modo de ver. 3) La idea de que las representaciones constitutivas del Yo son proporcionadas al aparato psíquico por los efectos de una diferenciación progresiva de las funciones psíquicas respecto de un apoyo inicial, y fundante, en las funciones del cuerpo. El Yo sería entonces un correlato psíquico de lo inter y lo propioceptivo, y la expresión "envoltura del Yo" quedaría del lado de un correlato de la piel biológica. La energía de que dispone sería la aportada por las fuerzas de la autoconservación sumada a la energía que daría la madre del apego y del holding, y respecto de cómo nombrarlo podemos citar uno de los ejemplos más difundidos: el Yo-Piel de Didier Anzieu y colaboradores.
Ahora bien, el Yo no se constituye desde las fuerzas de lo autoconservativo. Es necesario señalar que existen dos envolturas diferentes además: la envoltura del cuerpo y la envoltura del Yo y que la relación entre ellas no se explica por la diferenciación progresiva de una (la del Yo) respecto de la otra (la del cuerpo). Aquí las explicaciones deben situarse en otro espacio, que es el espacio de la relación con el otro sexualizante. Otro humano que, como sabemos, implanta el objeto-fuente de la pulsión, y en el mismo movimiento (manejándonos en el terreno de lo esperable) inaugura vías colaterales en ese psiquismo en primerísima constitución. Estoy recordando lo que sabemos acerca de una energía sexual que ingresa al aparato bajo dos modos posibles: ligada o desligada, en estasis o libremente fluyente. La vesícula se defiende mediante la protección antiestímulo, pero inmediatamente esta protección "se invierte como dedo de guante" hacia adentro, y hablamos entonces de una membrana para-excitación, primer precursora de una envoltura del Yo. Para-excitación constituida para la defensa contra los estímulos devenidos excitaciones, en una palabra, defensa contra la sexualidad.
Cuando Laplanche analiza el modelo de la vesícula lo piensa como un modelo "entre tópicas" y afirma que es interpretable en tres niveles: a) como modelo de un cuerpo-organismo; b) como modelo de un sistema, un aparato psíquico; c) y lo que nos interesa prioritariamente, como modelo de un yo. En la concepción endogenista que venimos revisando, también se trabajó el modelo de la vesícula como un Yo, relacionándolo con esa famosa frase freudiana de "El Yo y el Ello" donde se dice que el Yo "es la proyección de una superficie" y sellando una causalidad endógena en la génesis, sobre la base de una contigüidad con lo biológico.
Propongo volver a esa frase de Freud para decir que el Yo sería inicialmente la proyección de una superficie tangencial a la superficie del cuerpo y que estaría en relación con algo que precipita desde el otro, en principio, la forma perceptiva del otro humano. Pero esto supone algo más que una forma, hay allí un elemento económico, hay un modo de ligazón de lo sexual atacante. Hablo por lo tanto de un sexual desexualizado que viene desde el otro a proporcionar una envoltura ilusoria, una suerte de Yo "en línea punteada" (para jugar con la expresión de Laplanche acerca de nuestra teoría del Yo "en puntillado").
Creo que es posible relacionar este modo de intervención del otro humano con lo que Silvia Bleichmar denominó "apropiación ontológica" para definir al otro de un acto identificatorio primario: portador de un inconciente cuyos efectos desconoce pero también de un narcisismo constituido, con lo cual los investimientos colaterales van generando simultáneamente excitación y ligazón, hablamos entonces de primerísimos niveles de simbolización. Se formaría así un primer entramado simbólico que podemos considerar condición, pre-requisito de la representación yoica. Es a estos niveles de simbolización pre-representacionales a los que considero necesario encontrarles una denominación solidaria con la metapsicología que venimos trabajando, y propongo llamar Prerrequisito envolvente del otro a este movimiento que inaugura la constitución paulatina de una pequeña masa de energía ligada, un entramado, un entretejido de base sobre el cual se instalará, a posteriori, el Yo-representación propiamente dicho.
Para finalizar, quisiera aclarar que en verdad todo lo que he "afirmado" hasta aquí tiene para mí signos de interrogación y estatuto absolutamente hipotético, y que espero puedan operar simplemente como puntos de partida para un debate acerca del que considero uno de los temas más "urgentes" de reformular en nuestro trabajo del psicoanálisis contemporáneo.
El pensamiento de Jean Laplanche así como las teorizaciones de Silvia Bleichmar, constituyen los referentes principales desde los cuales emprendo el trabajo del psicoanálisis, es decir el trabajo de la obra freudiana como paradigma vigente y fecundo sin eludir la confrontación con las aporías y contradicciones a las que nos lanza cotidianamente su lectura.
Desde el marco de la investigación mencionada, le formulé al Dr. Laplanche una pregunta en su visita a Buenos Aires en octubre de 1997. Las consideraciones que comunico y someto a discusión en esta exposición tienen que ver con el retrabajo realizado sobre las ideas que su respuesta me aportó en esa ocasión. El interrogante inicial se había centrado en el alcance conceptual de una expresión utilizada por Laplanche en sus Nuevos Fundamentos para el Psicoanálisis: "Envolturas del Yo", expresión que hoy se ha convertido en el título de esta ponencia. En aquel momento, las líneas rectoras de investigación apuntaban a dos aspectos: centralmente, a aquello que está en relación con una Teoría del Yo que considero urgente retrabajar como consecuencia precisamente de la formulación de los nuevos fundamentos de nuestra disciplina y que estamos discutiendo hoy en el marco de este coloquio; y por otra parte a la necesidad de establecer diferencias respecto de otras conceptualizaciones contemporáneas, en particular aquellas que hacen igualmente referencia a un sistema de envolturas partiendo de trabajar el modelo de la vesícula que nos legó Freud en Más Allá del Principio de Placer.
Actualmente, diré que la expresión "Envolturas del Yo" también está orientada a señalar dos cuestiones pero bajo otro modo que intentaré sintetizar a continuación.
En primer lugar, hablo de Envolturas del Yo a nivel de la teorización psicoanalítica contemporánea. Laplanche nos mostró que podían situarse en la obra freudiana los efectos de un período de represión en su pensamiento acerca de la teoría de la seducción restringida, que se manifestaba en sus continuadores bajo la forma de un silencio, olvido o censura. Quiero decir entonces que en lo referente a la teoría del Yo se ha producido un efecto semejante, de falsa vía en la lectura de Freud respecto de la génesis del Yo, precipitando en una suerte de "envoltura conceptual" que lejos de aportar al esclarecimiento de ciertos problemas actuales, oficia como una suerte de quiste al servicio de la preservación de un equilibrio teórico que no se sostiene en un rigor epistémico. Siguiendo a Laplanche, considero necesario llevar adelante un verdadero trabajo de detraducción y desenvoltura de estas nociones, que nos permita retomar lo que según otra de sus expresiones, ha quedado "en puntillado". Me refiero a una Metapsicología de la fundación del Yo, verdaderamente solidaria de la premisa de que éste se constituye como defensa contra la sexualidad, en el interior de una concepción exógena de la fundación del inconciente por efecto de la prioridad del otro humano.
En segundo lugar entonces, intentaré nombrar aquellas vías que leo fecundas para pensar los tiempos de la creación del Yo, sin pretender de ninguna manera agotar este trabajo sino más bien formular algunos interrogantes que nos reenvían a la senda del enigma, aquello que desde los primerísimos tiempos lanza al sujeto humano a la autoteorización. Propongo como interrogantes de partida los formulados por Laplanche en la Problemática sobre la Angustia: ¿En qué espacio está la envoltura del Yo?; ¿Cuál es la energía a disposición del Yo? Y agrego: ¿qué nombre lleva ese Yo "en puntillado" que ya no es un mero Yo-organismo en el sentido del Yo-cuerpo freudiano, pero que tampoco coincide con el Yo-representación propiamente dicho?
Puntuemos cómo se ha respondido a estas preguntas desde los desarrollos teóricos que denominé "Las Envolturas del Yo". Se ha trabajado la obra freudiana realizando traducciones de la misma en una orientación claramente endogenista. Si bien estos desarrollos aspiran a completar una perspectiva metapsicológica de los momentos de constitución de la tópica, (objetivo que compartimos y consideramos necesario), están cimentados sobre premisas freudianas que deben revisarse rigurosamente. Ellas son: 1) La idea de que lo sexual se desarrolla desde adentro, y apoyado sobre lo autoconservativo. 2) La vigencia del concepto de pulsiones de autoconservación y el postulado de una "pulsión de apego" entre ellas, igualmente desexualizada a nuestro modo de ver. 3) La idea de que las representaciones constitutivas del Yo son proporcionadas al aparato psíquico por los efectos de una diferenciación progresiva de las funciones psíquicas respecto de un apoyo inicial, y fundante, en las funciones del cuerpo. El Yo sería entonces un correlato psíquico de lo inter y lo propioceptivo, y la expresión "envoltura del Yo" quedaría del lado de un correlato de la piel biológica. La energía de que dispone sería la aportada por las fuerzas de la autoconservación sumada a la energía que daría la madre del apego y del holding, y respecto de cómo nombrarlo podemos citar uno de los ejemplos más difundidos: el Yo-Piel de Didier Anzieu y colaboradores.
Ahora bien, el Yo no se constituye desde las fuerzas de lo autoconservativo. Es necesario señalar que existen dos envolturas diferentes además: la envoltura del cuerpo y la envoltura del Yo y que la relación entre ellas no se explica por la diferenciación progresiva de una (la del Yo) respecto de la otra (la del cuerpo). Aquí las explicaciones deben situarse en otro espacio, que es el espacio de la relación con el otro sexualizante. Otro humano que, como sabemos, implanta el objeto-fuente de la pulsión, y en el mismo movimiento (manejándonos en el terreno de lo esperable) inaugura vías colaterales en ese psiquismo en primerísima constitución. Estoy recordando lo que sabemos acerca de una energía sexual que ingresa al aparato bajo dos modos posibles: ligada o desligada, en estasis o libremente fluyente. La vesícula se defiende mediante la protección antiestímulo, pero inmediatamente esta protección "se invierte como dedo de guante" hacia adentro, y hablamos entonces de una membrana para-excitación, primer precursora de una envoltura del Yo. Para-excitación constituida para la defensa contra los estímulos devenidos excitaciones, en una palabra, defensa contra la sexualidad.
Cuando Laplanche analiza el modelo de la vesícula lo piensa como un modelo "entre tópicas" y afirma que es interpretable en tres niveles: a) como modelo de un cuerpo-organismo; b) como modelo de un sistema, un aparato psíquico; c) y lo que nos interesa prioritariamente, como modelo de un yo. En la concepción endogenista que venimos revisando, también se trabajó el modelo de la vesícula como un Yo, relacionándolo con esa famosa frase freudiana de "El Yo y el Ello" donde se dice que el Yo "es la proyección de una superficie" y sellando una causalidad endógena en la génesis, sobre la base de una contigüidad con lo biológico.
Propongo volver a esa frase de Freud para decir que el Yo sería inicialmente la proyección de una superficie tangencial a la superficie del cuerpo y que estaría en relación con algo que precipita desde el otro, en principio, la forma perceptiva del otro humano. Pero esto supone algo más que una forma, hay allí un elemento económico, hay un modo de ligazón de lo sexual atacante. Hablo por lo tanto de un sexual desexualizado que viene desde el otro a proporcionar una envoltura ilusoria, una suerte de Yo "en línea punteada" (para jugar con la expresión de Laplanche acerca de nuestra teoría del Yo "en puntillado").
Creo que es posible relacionar este modo de intervención del otro humano con lo que Silvia Bleichmar denominó "apropiación ontológica" para definir al otro de un acto identificatorio primario: portador de un inconciente cuyos efectos desconoce pero también de un narcisismo constituido, con lo cual los investimientos colaterales van generando simultáneamente excitación y ligazón, hablamos entonces de primerísimos niveles de simbolización. Se formaría así un primer entramado simbólico que podemos considerar condición, pre-requisito de la representación yoica. Es a estos niveles de simbolización pre-representacionales a los que considero necesario encontrarles una denominación solidaria con la metapsicología que venimos trabajando, y propongo llamar Prerrequisito envolvente del otro a este movimiento que inaugura la constitución paulatina de una pequeña masa de energía ligada, un entramado, un entretejido de base sobre el cual se instalará, a posteriori, el Yo-representación propiamente dicho.
Para finalizar, quisiera aclarar que en verdad todo lo que he "afirmado" hasta aquí tiene para mí signos de interrogación y estatuto absolutamente hipotético, y que espero puedan operar simplemente como puntos de partida para un debate acerca del que considero uno de los temas más "urgentes" de reformular en nuestro trabajo del psicoanálisis contemporáneo.
Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 7 - Julio 1998
Número 7 - Julio 1998
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