No suelo leer las introducciones de los libros. Directamente me arrojo a la lectura, una y otra vez en algunos casos. Este pequeño diálogo lo he leído y ha sido de continuo (con sus paradas reflexivas o para hacer alguna anotación, pero sin entrometerme en otras tareas diferentes), y nunca había leído las cinco páginas y media de la introducción. ¡Qué lástima!
Pues bien. Este diálogo llamado “Cármides” en honor a uno de los jóvenes que intervienen, “el que parece más sensato de los de ahora, y en todo lo demás, para la edad que tiene, no es inferior a ninguno”, según expresión del mismo libro. Y trata sobre la sensatez precisamente, sobre la prudencia. Aquí interviene la introducción de mi libro, pues me ha desvelado el origen etimológico de esta palabra, en griego sophrosyne: de sos (sano) y de phren (corazón, mente, entendimiento). De eso, de la mente sana (en cuerpo sano), del recto pensar, del equilibrio maduro entre lo ideal y lo real, entre nuestras afirmaciones y las concordancias de nuestra existencia.
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