¿Se puede vivir sin ver la televisión, escuchar la ra¬dio, leer el diario o ir al ci¬ne? Algunas personas opinan que la televisión es algo innecesario, que sólo sirve para embrutecer concien¬cias. Sin embargo, ven cine con frecuencia.
Otras jamás compran un periódico; sólo se informan a través de la radio, siempre encendida en el hogar o el trabajo. Están los que nunca van al cine porque prefieren quedarse en su casa senta¬dos cómodamente delante de la televisión, con un ape¬ritivo en la mano, viendo una película alquilada en un videoclub.
Más allá de las preferen¬cias personales, no se puede vivir al margen de los medios masivos de comunicación.
Ricos y pobres, habitantes de la ciudad y del campo, adherentes a la derecha o a la iz¬quierda viven en un mundo dominado por la imagen y la información. Quizá, dentro de algunos años, todo el mundo se pregunte con sufi¬ciencia: ¿quién puede vivir sin Internet?
El cine tuvo sus vaivenes antes de ser aceptado masivamente, pero se impuso. La radio, que ocupaba el podio en sus inicios, dejó su lugar de privilegio dentro del hogar a la televisión, que irrumpió en el universo tecnológico, convirtiéndose en líder del entretenimiento y la información. Cincuenta años más tarde apareció Internet, hoy en día en pleno proceso de expansión.
Pero las comunicaciones no se valen únicamente de estos medios masivos. Los discos, las historietas, los faxes, los CD, los videos y los teléfonos celulares, entre otros, fueron incorporados por la sociedad moderna, que fomenta cada vez más la necesidad de poseer bienes de consumo.
En la actualidad, la televisión, el cine y la radio están en el centro de la vida de la mayoría de la gente. La sociedad discute sobre los valores que transmite una película o un programa televisivo. Los mismos medios productores de ideas (a veces simples repetidores) se transforman a su vez en tema de polémicas y debates.
La actitud de la audiencia hacia los medios masivos pasó en poco tiempo de la seducción al rechazo, por lo menos entre la inte¬lectualidad. De bien supremo a gran fábrica de aliena¬dos, la televisión ha atraído la atención de investigadores, que desde la sociología y la psicología han tratado de interpretar este fenómeno que no distingue edad, género ni posición social.
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Otras jamás compran un periódico; sólo se informan a través de la radio, siempre encendida en el hogar o el trabajo. Están los que nunca van al cine porque prefieren quedarse en su casa senta¬dos cómodamente delante de la televisión, con un ape¬ritivo en la mano, viendo una película alquilada en un videoclub.
Más allá de las preferen¬cias personales, no se puede vivir al margen de los medios masivos de comunicación.
Ricos y pobres, habitantes de la ciudad y del campo, adherentes a la derecha o a la iz¬quierda viven en un mundo dominado por la imagen y la información. Quizá, dentro de algunos años, todo el mundo se pregunte con sufi¬ciencia: ¿quién puede vivir sin Internet?
El cine tuvo sus vaivenes antes de ser aceptado masivamente, pero se impuso. La radio, que ocupaba el podio en sus inicios, dejó su lugar de privilegio dentro del hogar a la televisión, que irrumpió en el universo tecnológico, convirtiéndose en líder del entretenimiento y la información. Cincuenta años más tarde apareció Internet, hoy en día en pleno proceso de expansión.
Pero las comunicaciones no se valen únicamente de estos medios masivos. Los discos, las historietas, los faxes, los CD, los videos y los teléfonos celulares, entre otros, fueron incorporados por la sociedad moderna, que fomenta cada vez más la necesidad de poseer bienes de consumo.
En la actualidad, la televisión, el cine y la radio están en el centro de la vida de la mayoría de la gente. La sociedad discute sobre los valores que transmite una película o un programa televisivo. Los mismos medios productores de ideas (a veces simples repetidores) se transforman a su vez en tema de polémicas y debates.
La actitud de la audiencia hacia los medios masivos pasó en poco tiempo de la seducción al rechazo, por lo menos entre la inte¬lectualidad. De bien supremo a gran fábrica de aliena¬dos, la televisión ha atraído la atención de investigadores, que desde la sociología y la psicología han tratado de interpretar este fenómeno que no distingue edad, género ni posición social.
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1 comentario:
Thanxx
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