En general, mi hipótesis consiste en pensar que la motivación del platonismo es otra muy diversa que la selección de los pretendientes, a saber: la saturación política de la ontología. Alexander Koyre, en un estudio bastante riguroso sobre la filosofía de Platón, enuncia esta hipótesis de la siguiente manera: “filosofar y hacer política es todo uno”. El platonismo sólo sería posible bajo su politicismo; el filósofo es siempre un politikós epistemon, un productor de saber absolutamente sobredeterminado por un acontecimiento político. En este sentido, cuando Althusser señala que la filosofía es lucha de clases en la teoría, está velando por la misma Verdad que Platón pretendió dejar instalada: que la filosofía es una cuestión intrínsecamente política. El combate del sofismo es tal porque Platón piensa que esta corriente filosófica, la ilustración griega, es una técnica solidaria con la tiranía: el sofista (Trasímaco, Calicles) piensa que lo justo es lo conveniente al más fuerte, y que el éxito es la condición absoluta de todo obrar. La “trascendencia” platónica no tiene la motivación de impedir que la multitud democrática se exprese, como piensa Althusser cuando indica al platonismo como “filosofía del esclavismo”, o “filosofía ofical”: todos sabemos que Platón estuvo lejos, en su época, de ser un filósofo oficial. El enemigo fundamental de la filosofía platónica es un tipo de democracia que hoy calificaríamos como anárquica y cuya esencia es poner a un individuo por encima del Todo: una democracia que deriva inmediatamente en tiranía. Una democracia no-orgánica, por tanto, que no garantiza la política, sino que la reemplaza por el espectáculo deprimente de una serie cerrada, minoritaria, de individuos que imponen la opinión al demos y terminan por instalar el reino de la opinión; la doxa como el reino de la Verdad: la ideología de una potencia sofística como ideología del todo.
2 comentarios:
Haber como primero no he leido el texto de Koyre. Pero si soy un estudioso del platonismo.
Sobre lo que me gustaría hablar es sobre el la siguiente frase: "El enemigo fundamental de la filosofía platónica es un tipo de democracia que hoy calificaríamos como anárquica ..."
Quien estudie atentamente Platón y sin mucho esfuerzo, se dará cuenta que Platón en ningún momento es democrático, ni monarquico. El modelo político de Platón se parece más a la tiranía y a una organización social por castas que a otra cosa. El filosofo debe ser el líder de la sociedad no porque filosofar es sinonimo de política sino porque la filosofia conlleva a la metafísica o al conocimiento de los primeros principios. Por lo tanto, el filósofo conoce mejor que nadie el ordenamiento del mundo por lo tanto el papel que debe cumplir cada cuerpo social del estado.
Nombrar como una: "Especie de tirania" a la propuesta platónica, es una aproximación impropia de los términos que emplea Platón, pues de lo que habla el filósofo es de aristocracia, más parecida a una aristocracia ("el gobierno de los mejores") guerrera, de tipo épica, que a una simple tiranía. Platón está criticando un modelo democrático que condenó a su maestro Sócrates, y por ende, lo que propone es una cura a la enfermedad que dicho modelo propone: la injusticia. La aristocracia, esta vez no guerrera (como la de los tiempos homéricos) sino filosófica, es la que marcará el sello de la utopía platónica y la cura contra la injusticia. Es por todo lo dicho que no considero sospechoso que Koyre hable, esta vez, de cierto tipo de democracia que hoy calificaríamos de anarquia. La democracia a demostrado ser para Platón el segundo peor modelo después de la tiranía. Califico, por lo tanto, de impropio llamar al modelo que propone Platón como "una especie de tirania". Basta con leer la República, y un poco de sentido común, para estar enterado de estas cosas y conocer sus consecuencias lógicas.
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