Los Tres Registros de la Transferencia (1)
Gerardo Herreros
Gerardo Herreros
Es una noción tan central para la acción analítica que podemos alcanzar aquí, que puede servir de medida para la parcialidad de las teorías que consagran algún tiempo a pensarla. Es decir que no se engañará quien juzgue según el manejo de la transferencia que éstas acarrean. Este pragmatismo está justificado. Pues este manejo de la transferencia es inseparable de su noción, y por poco elaborada que sea ésta en la práctica, no puede dejar de acomodarse a las parcialidades de la teoría.
Jacques Lacan, La dirección de la Cura
Jacques Lacan, La dirección de la Cura
Si hay algo que distingue al psicoanálisis de otras prácticas de la cura o de otras terapéuticas, esto es el estudio, formalización y trabajo con el concepto de transferencia.
Ahora bien, en seguida se nos presentan dos cuestiones una es: "¿Qué es la transferencia?" y dos: ¿Por qué complicar a la misma con ese título enigmático y rimbombante de los tres registros de la transferencia?". Veremos si podemos responder a amabas preguntas.
Desde los primeros esbozos de Freud allá en el 1895 donde la mencionaba (Übertragung) como un caso particular de desplazamiento del afecto desde una representación a otra, hasta la frase de Lacan en 1978 donde la transferencia necesita de la instalación del SsS, esto es la suposición de que alguien sabe la manera de curar las neurosis, ha pasado mucha agua bajo el puente.
Si bien la noción de transferencia nació como un falso enlace entre representaciones, como el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, entre ellos la persona del analista, este último enlace entre el sujeto y el Otro que encarna el analista en la cura es el que se ha privilegiado tanto en Freud como en Lacan.
Así la transferencia, se reconoce clásicamente como el terreno en el que se desarrolla la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose ésta por la instauración, modalidades, interpretación y resolución de un análisis.
Pero lo más notable de la transferencia son sin dudas sus dos vertientes contrapuestas, por un lado el aspecto "perjudicial" de la misma en relación a la cura, esto es la vertiente del obstáculo, la resistencia, la repetición, los sentimientos hostiles hacia el analista, la transferencia negativa, etc. y por otro lado, el aspecto "beneficioso" de la misma, elemento indispensable en todo análisis que se considere serio como decía Freud, herramienta fundamental para el trabajo analítico.
Dice Freud "La transferencia, tanto en su forma positiva como negativa, se pone al servicio de la resistencia; pero, en manos del médico, se convierte en el más potente de los instrumentos terapéuticos y desempeña un papel difícil de sobrevalorar en la dinámica del proceso de curación".
Pero es paradigmática esta en Dinámica de la Transferencia "A primera vista, parece una gigantesca desventaja metódica del psicoanálisis que en él la transferencia, de ordinario la más poderosa palanca del éxito, se mude en el medio más potente de la resistencia".
Bien, si de ordinario algo que es la palanca del éxito se transforma en resistencia –otro de los nombres de la transferencia-, es porque lo mismo o los mismos elementos se transforman u ordenan de otra manera. Es decir, debe haber alguna alteración en la estructura de la misma que haga que la transferencia pueda ser positiva o negativa.
Esto lo podríamos formalizar resolviendo la contradicción y respondiendo a las preguntas del inicio, esto es qué es la transferencia y para qué los tres registros, con el nudo borromeo de tres consistencias que no casualmente Lacan dice haberlo tomado de la experiencia analítica.
Tomando como apoyo y desarrollando un bonito trabajo de Alba Flesler, podemos decir que en principio la transferencia es simbólica, significante. Dice Lacan que solo por el hecho de hablar hay transferencia, desplazamiento de afecto de una representación a otra, esa transferencia es propia del saber inconsciente, lo que Freud llamaba LAS transferencias, en plural, pero que en relación a la cura permite instaurar, en un primer momento encarnado en la persona del analista, el SsS, la suposición de que un sujeto acéfalo, el del Inconsciente, sabe. Es el campo de lo simbólico donde toma importancia el Otro, garantía de la buena fe de la palabra, más allá del yo y del otro, y al que se dirige también el sujeto cuando le habla a un otro. Es en el lugar de ese Otro donde existen agujeros (represión, forclusión) en el encadenamiento significante de los términos de la historia del sujeto. En el análisis, analizando la transferencia, se trata de que el sujeto descubra a qué Otro se dirige
Este registro de la transferencia, imprescindible para la cura al punto de hacer de la transferencia un proceso que estructura el conjunto de la cura según el prototipo de los conflictos infantiles, conduce a Freud a establecer una noción nueva, la de neurosis de transferencia: «[...] constantemente llegamos a atribuir a todos los síntomas de la enfermedad una nueva significación transferencial, a reemplazar la neurosis corriente por una neurosis de transferencia, de la cual [el enfermo] puede ser curado mediante el trabajo terapéutico».
La contracara de esto, es que esta misma transferencia simbólica, es la que propicia sin anudarse a los otros registros lo que podríamos llamar "resistencia de lo simbólico", es decir la producción de un saber desvinculado de la verdad que no da lugar al acto sino a una metonimia significante tan típica de algunos sujetos obsesivos, pero no sólo de ellos, que han analizado todos los determinantes de su padecimiento pero que nada han rectificado de su posición. Aquellos que dicen "Es verdad, pero...", borrando con el codo lo que "escriben" en sesión. Así tengo un paciente muy culto y preparado que viene de otro análisis de 20 años donde analizó hasta el más mínimo detalle todos los determinantes de su inhibición con las mujeres explicando lujosa y freudianamente las causas pero, y dice "pero", sin modificar en lo más mínimo esta relación con el otro sexo.
Transferencia Simbólica
Tenemos además de la transferencia simbólica, por otra parte, siguiendo con una división un tanto forzada pero didáctica y esclarecedora, la vertiente imaginaria de la transferencia. Sin dudas la podríamos llamar el Amor de transferencia, ante todo la creencia –y tomo el concepto de creencia como imaginario- por parte del analizante de que el analista sabe, no el SsS como saber inconsciente, sino que el analista en persona se tornará sabio y amable. El amor de transferencia responde a la lógica precisa de intentar recuperar en el Otro por vía del amor, el goce originario perdido. Es por ello que Freud se las vio difícil diferenciando amor "verdadero" y de transferencia. De allí que todo amor ha podido ser calificado por algunos como de transferencia.
Cuánto más se desarrollará este amor imaginario, con un sujeto que se oferta a escucharnos –a veces para no decir nada- y prometiéndonos a veces curarnos de nuestras frustraciones. Esta transferencia imaginaria también es imprescindible para la cura y más aun en sus inicios. O no es necesaria esa dimensión de sugestión, de religión, de demanda, al menos en las entrevistas preliminares?. Cuántos análisis han fracasado a la segunda entrevista con un analista distante, inmutable que a todos sin excepción y sin importar edad, raza o credo, trata a estas alturas del siglo, de Ud. y da la mano para saludar, y sin hacer lugar en el campo imaginario al sufrimiento del sujeto. Pero no sólo ese aspecto del amor imaginario es lo que se juega en la cura, sino también la cuestión de la imagen, de la captura especular. Recuerdo que un paciente luego de una admisión me pide un cambio de terapeuta porque la analista era gorda, desprolija y su consultorio muy feo!!.
Esta es una –no la única- de las razones del porque el analista no es una efigie y uno de los problemas que deparan los actuales análisis por mail.
La contracara, la "resistencia de lo imaginario", fue sin dudas de las más estudiadas en psicoanálisis. Desde Freud con la transferencia amorosa, recordándonos a esa paciente que sólo quería hablar de su amor por el psicoanalista , de la demanda a ser correspondida –no tan frecuente hoy- , hasta los desarrollos de Lacan sobre todo en los primeros seminarios donde se esmera en diferenciar transferencia simbólica de imaginaria y situando los obstáculos en lo imaginario, hasta la delimitación del SsS dividiendo las aguas entre estos dos registros, no ha habido analista que no criticara este aspecto de la transferencia. La sugestión y la cura por amor se inscribirán aquí
Transferencia Imaginaria
Por último, es la vertiente real de la transferencia la que ha tomado más impulso en los últimos desarrollos del lacanismo, pues se vincula con el goce, con la falta de saber, con el corte, con la incompletud, con la presencia real del analista –el otro aspecto de por qué el analista no opera en ausencia- y con la Tyche o encuentro no esperado.
Es este campo de la transferencia en el que es posible ubicar el acto analítico y la función del corte de sesión y nos permitiría pensar la frase lacaniana "La transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente". Planteando la realidad del inconsciente como realidad sexual. Siendo la pulsión la forma en la que se inscribe la sexualidad en el ser hablante, los dos ejes conceptuales para pensar la articulación entre el inconsciente y la sexualidad serán deseo y pulsión.
Si aceptamos que el sujeto acude al análisis, cuando lo demanda, porque sufre de su fijación a un goce con el cuál se identifica, el objeto a, como plus-de-goce, es el goce que lo retiene y al servicio del Otro que en su fantasma sostiene.
El corte con este goce será el acto del analista que liberará al sujeto disponiéndolo al reencuentro con su deseo.
Pero si es este aspecto de la transferencia es lo que posibilita la emergencia del No-Todo y de la incompletud del Otro, la contrapartida como Resistencia de lo Real, serán los fenómenos de detención absoluta de la palabra el "ya no hay más nada que hablar" , los actos no sintomáticos como los actings o los pasajes al acto, la compulsión a la repetición, o en su vertiente amorosa, la erotomanía.
Transferencia Real
Ahora bien, estos registros de la transferencia que presentamos desanudados, solo se constituyen como tal en la medida de que haya un analista, analista que es necesario que vire del lugar de SsS, lo necesario para todo análisis, al de semblante del objeto a, como Lacan nos enseñara con los cuatro discursos y que desarrollé en un trabajo sobre la eficacia del psicoanálisis y viraje solo posible en la medida de que opere ese deseo nuevo llamado deseo del analista.
En el seminario "Le sinthôme", Lacan sostiene que la tarea propia del analista es la de producir el empalme, empalmar lo simbólico a lo imaginario que de contragolpe produce el empalme del síntoma a lo real del goce que lo parasita.
En términos topológicos, el empalme hace de dos puntos uno. Es el momento en que lo simbólico le hace presente a lo imaginario su límite, o lo imaginario, comandado por lo simbólico, le hace presente su límite a lo real.
Es decir, que si los registros se anudan de la buena forma, el límite que cada registro confiere al otro, permite que lo real anudado, implique que lo real en tanto tal, dice la verdad pero no habla y es necesario hablar para decir sea lo que fuera. Lo simbólico soportado por el significante, cuando habla y habla mucho sólo dice mentiras. Hace falta lo falso para hacer pasar una verdad, debido a la mediación de lo imaginario, que siempre está equivocado, pero del que depende la conciencia...
Si es el analista en su función y en los distintos momentos de la cura quien con su presencia, acto y deseo anuda los tres registros de la transferencia y que el desanudamiento produce los fenómenos "negativos", se entiende entonces el porqué toda resistencia para Lacan, es del analista.
Ahora bien, en seguida se nos presentan dos cuestiones una es: "¿Qué es la transferencia?" y dos: ¿Por qué complicar a la misma con ese título enigmático y rimbombante de los tres registros de la transferencia?". Veremos si podemos responder a amabas preguntas.
Desde los primeros esbozos de Freud allá en el 1895 donde la mencionaba (Übertragung) como un caso particular de desplazamiento del afecto desde una representación a otra, hasta la frase de Lacan en 1978 donde la transferencia necesita de la instalación del SsS, esto es la suposición de que alguien sabe la manera de curar las neurosis, ha pasado mucha agua bajo el puente.
Si bien la noción de transferencia nació como un falso enlace entre representaciones, como el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, entre ellos la persona del analista, este último enlace entre el sujeto y el Otro que encarna el analista en la cura es el que se ha privilegiado tanto en Freud como en Lacan.
Así la transferencia, se reconoce clásicamente como el terreno en el que se desarrolla la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose ésta por la instauración, modalidades, interpretación y resolución de un análisis.
Pero lo más notable de la transferencia son sin dudas sus dos vertientes contrapuestas, por un lado el aspecto "perjudicial" de la misma en relación a la cura, esto es la vertiente del obstáculo, la resistencia, la repetición, los sentimientos hostiles hacia el analista, la transferencia negativa, etc. y por otro lado, el aspecto "beneficioso" de la misma, elemento indispensable en todo análisis que se considere serio como decía Freud, herramienta fundamental para el trabajo analítico.
Dice Freud "La transferencia, tanto en su forma positiva como negativa, se pone al servicio de la resistencia; pero, en manos del médico, se convierte en el más potente de los instrumentos terapéuticos y desempeña un papel difícil de sobrevalorar en la dinámica del proceso de curación".
Pero es paradigmática esta en Dinámica de la Transferencia "A primera vista, parece una gigantesca desventaja metódica del psicoanálisis que en él la transferencia, de ordinario la más poderosa palanca del éxito, se mude en el medio más potente de la resistencia".
Bien, si de ordinario algo que es la palanca del éxito se transforma en resistencia –otro de los nombres de la transferencia-, es porque lo mismo o los mismos elementos se transforman u ordenan de otra manera. Es decir, debe haber alguna alteración en la estructura de la misma que haga que la transferencia pueda ser positiva o negativa.
Esto lo podríamos formalizar resolviendo la contradicción y respondiendo a las preguntas del inicio, esto es qué es la transferencia y para qué los tres registros, con el nudo borromeo de tres consistencias que no casualmente Lacan dice haberlo tomado de la experiencia analítica.
Tomando como apoyo y desarrollando un bonito trabajo de Alba Flesler, podemos decir que en principio la transferencia es simbólica, significante. Dice Lacan que solo por el hecho de hablar hay transferencia, desplazamiento de afecto de una representación a otra, esa transferencia es propia del saber inconsciente, lo que Freud llamaba LAS transferencias, en plural, pero que en relación a la cura permite instaurar, en un primer momento encarnado en la persona del analista, el SsS, la suposición de que un sujeto acéfalo, el del Inconsciente, sabe. Es el campo de lo simbólico donde toma importancia el Otro, garantía de la buena fe de la palabra, más allá del yo y del otro, y al que se dirige también el sujeto cuando le habla a un otro. Es en el lugar de ese Otro donde existen agujeros (represión, forclusión) en el encadenamiento significante de los términos de la historia del sujeto. En el análisis, analizando la transferencia, se trata de que el sujeto descubra a qué Otro se dirige
Este registro de la transferencia, imprescindible para la cura al punto de hacer de la transferencia un proceso que estructura el conjunto de la cura según el prototipo de los conflictos infantiles, conduce a Freud a establecer una noción nueva, la de neurosis de transferencia: «[...] constantemente llegamos a atribuir a todos los síntomas de la enfermedad una nueva significación transferencial, a reemplazar la neurosis corriente por una neurosis de transferencia, de la cual [el enfermo] puede ser curado mediante el trabajo terapéutico».
La contracara de esto, es que esta misma transferencia simbólica, es la que propicia sin anudarse a los otros registros lo que podríamos llamar "resistencia de lo simbólico", es decir la producción de un saber desvinculado de la verdad que no da lugar al acto sino a una metonimia significante tan típica de algunos sujetos obsesivos, pero no sólo de ellos, que han analizado todos los determinantes de su padecimiento pero que nada han rectificado de su posición. Aquellos que dicen "Es verdad, pero...", borrando con el codo lo que "escriben" en sesión. Así tengo un paciente muy culto y preparado que viene de otro análisis de 20 años donde analizó hasta el más mínimo detalle todos los determinantes de su inhibición con las mujeres explicando lujosa y freudianamente las causas pero, y dice "pero", sin modificar en lo más mínimo esta relación con el otro sexo.
Transferencia Simbólica
Tenemos además de la transferencia simbólica, por otra parte, siguiendo con una división un tanto forzada pero didáctica y esclarecedora, la vertiente imaginaria de la transferencia. Sin dudas la podríamos llamar el Amor de transferencia, ante todo la creencia –y tomo el concepto de creencia como imaginario- por parte del analizante de que el analista sabe, no el SsS como saber inconsciente, sino que el analista en persona se tornará sabio y amable. El amor de transferencia responde a la lógica precisa de intentar recuperar en el Otro por vía del amor, el goce originario perdido. Es por ello que Freud se las vio difícil diferenciando amor "verdadero" y de transferencia. De allí que todo amor ha podido ser calificado por algunos como de transferencia.
Cuánto más se desarrollará este amor imaginario, con un sujeto que se oferta a escucharnos –a veces para no decir nada- y prometiéndonos a veces curarnos de nuestras frustraciones. Esta transferencia imaginaria también es imprescindible para la cura y más aun en sus inicios. O no es necesaria esa dimensión de sugestión, de religión, de demanda, al menos en las entrevistas preliminares?. Cuántos análisis han fracasado a la segunda entrevista con un analista distante, inmutable que a todos sin excepción y sin importar edad, raza o credo, trata a estas alturas del siglo, de Ud. y da la mano para saludar, y sin hacer lugar en el campo imaginario al sufrimiento del sujeto. Pero no sólo ese aspecto del amor imaginario es lo que se juega en la cura, sino también la cuestión de la imagen, de la captura especular. Recuerdo que un paciente luego de una admisión me pide un cambio de terapeuta porque la analista era gorda, desprolija y su consultorio muy feo!!.
Esta es una –no la única- de las razones del porque el analista no es una efigie y uno de los problemas que deparan los actuales análisis por mail.
La contracara, la "resistencia de lo imaginario", fue sin dudas de las más estudiadas en psicoanálisis. Desde Freud con la transferencia amorosa, recordándonos a esa paciente que sólo quería hablar de su amor por el psicoanalista , de la demanda a ser correspondida –no tan frecuente hoy- , hasta los desarrollos de Lacan sobre todo en los primeros seminarios donde se esmera en diferenciar transferencia simbólica de imaginaria y situando los obstáculos en lo imaginario, hasta la delimitación del SsS dividiendo las aguas entre estos dos registros, no ha habido analista que no criticara este aspecto de la transferencia. La sugestión y la cura por amor se inscribirán aquí
Transferencia Imaginaria
Por último, es la vertiente real de la transferencia la que ha tomado más impulso en los últimos desarrollos del lacanismo, pues se vincula con el goce, con la falta de saber, con el corte, con la incompletud, con la presencia real del analista –el otro aspecto de por qué el analista no opera en ausencia- y con la Tyche o encuentro no esperado.
Es este campo de la transferencia en el que es posible ubicar el acto analítico y la función del corte de sesión y nos permitiría pensar la frase lacaniana "La transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente". Planteando la realidad del inconsciente como realidad sexual. Siendo la pulsión la forma en la que se inscribe la sexualidad en el ser hablante, los dos ejes conceptuales para pensar la articulación entre el inconsciente y la sexualidad serán deseo y pulsión.
Si aceptamos que el sujeto acude al análisis, cuando lo demanda, porque sufre de su fijación a un goce con el cuál se identifica, el objeto a, como plus-de-goce, es el goce que lo retiene y al servicio del Otro que en su fantasma sostiene.
El corte con este goce será el acto del analista que liberará al sujeto disponiéndolo al reencuentro con su deseo.
Pero si es este aspecto de la transferencia es lo que posibilita la emergencia del No-Todo y de la incompletud del Otro, la contrapartida como Resistencia de lo Real, serán los fenómenos de detención absoluta de la palabra el "ya no hay más nada que hablar" , los actos no sintomáticos como los actings o los pasajes al acto, la compulsión a la repetición, o en su vertiente amorosa, la erotomanía.
Transferencia Real
Ahora bien, estos registros de la transferencia que presentamos desanudados, solo se constituyen como tal en la medida de que haya un analista, analista que es necesario que vire del lugar de SsS, lo necesario para todo análisis, al de semblante del objeto a, como Lacan nos enseñara con los cuatro discursos y que desarrollé en un trabajo sobre la eficacia del psicoanálisis y viraje solo posible en la medida de que opere ese deseo nuevo llamado deseo del analista.
En el seminario "Le sinthôme", Lacan sostiene que la tarea propia del analista es la de producir el empalme, empalmar lo simbólico a lo imaginario que de contragolpe produce el empalme del síntoma a lo real del goce que lo parasita.
En términos topológicos, el empalme hace de dos puntos uno. Es el momento en que lo simbólico le hace presente a lo imaginario su límite, o lo imaginario, comandado por lo simbólico, le hace presente su límite a lo real.
Es decir, que si los registros se anudan de la buena forma, el límite que cada registro confiere al otro, permite que lo real anudado, implique que lo real en tanto tal, dice la verdad pero no habla y es necesario hablar para decir sea lo que fuera. Lo simbólico soportado por el significante, cuando habla y habla mucho sólo dice mentiras. Hace falta lo falso para hacer pasar una verdad, debido a la mediación de lo imaginario, que siempre está equivocado, pero del que depende la conciencia...
Si es el analista en su función y en los distintos momentos de la cura quien con su presencia, acto y deseo anuda los tres registros de la transferencia y que el desanudamiento produce los fenómenos "negativos", se entiende entonces el porqué toda resistencia para Lacan, es del analista.
Gerardo Herreros, Octubre de 2002
(1) Conferencia brindada en las jornadas "Los fundamentos de la clínica psicoanalítica" Organizada por Lazos, Institución psicoanalítica.
1 comentario:
Excelente blog, me ha sido muy útil la información que dispones.
Si me permites te pondré en mi lista de blogs.
Saludos
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