Mi difunto amigo Richard Wilhelm, coautor de este libro, me envióel texto del Secreto de la Flor de Oro en un momento que eraproblemático para mi propia labor. Desde el año 1913 estaba yoocupado en la investigación de los procesos de lo inconscientecolectivo, y había llegado a resultados que me parecían cuestionablesen más de un aspecto. No sólo se hallaban mucho más allá de todo loque era conocido a la psicología "académica", sino que tambiénsobrepasaban los límites de la psicología médica, puramente personalista.Se trataba de una extensa fenomenología, a la que no se podía aplicarmás las categorías y métodos hasta aquí conocidos. Mis resultados, quese basaban en quince años de esfuerzos, parecían estar en el aire, noofreciéndose en parte alguna una posibilidad de comparación. No meera conocido ningún campo de la experiencia humana en el que misresultados hubieran podido apoyarse con algo de seguridad. Las únicasanalogías, por cierto muy remotas en lo temporal, que me eranconocidas, las encontré dispersas en las exposiciones de la heresiología.
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